Mujeres, cultura y diplomacia
El último fin de semana de enero de 2025 se celebró en la ciudad de Dakhla una conferencia organizada por la Liga de Escritoras de Marruecos y África en torno al tema de la orientación de Marruecos hacia África.
Para vincular este acontecimiento a la actualidad política del país, Badiâ Radi, presidente de la liga, invitó al cónsul ghanés a Rabat y nombró invitada de honor a Charity Boateny, escritora y representante de la liga en Ghana.
El encuentro se desarrolló en un ambiente amistoso, festivo y rico en intercambios culturales. Las intervenciones se centraron en los vínculos históricos naturales de Marruecos y los países subsaharianos. Citamos el de Abdelaziz Tilaoui, investigador del Instituto Real de Archivos, sobre “la unidad marroquí-africana pensada a través de documentos reales”, y el nuestro sobre el tema “África, cuna de la humanidad y tierra de mestizaje”.
Como antropóloga y profesora de historia del continente africano (entre otros) en Sc. Po de la UPM, era preferible para nosotros enfatizar el anclaje de la humanidad, en su diversidad, dentro de África desde su nacimiento.
Tomamos, para esquematizarla, la conocida metáfora del árbol del difunto Hassan II, para asimilar todo el continente que vemos, inspirados en esta metáfora, como un tronco de árbol gigante cuyo follaje domina la Europa mediterránea y el suroeste de Asia (Oriente Medio).
De hecho, el homo sapiens, como un manantial que brota de la base de una montaña, habría llenado todo el planeta con su humanidad y su tecnicismo –y más tarde con su civilización– al cruzar, hace unos 70.000 años, el Mar Rojo que se supone es más estrecho de lo que es hoy. Se estableció, descubrió la agricultura y desarrolló nuevas formas de vida y nuevas tecnologías.
Este hombre migratorio habría reanudado sus movimientos en todas direcciones, incluida la de África, con la que debe mantener, nos parece, una relación particular e incluso misteriosa. Esta movilidad se produce, de manera importante, en períodos significativos de la evolución del homo sapiens, en momentos de necesidad de nuevas formas de vida. Este fue también el caso, masiva y continuamente, después del surgimiento de las ciudades y la entrada en la civilización propiamente dicha. Este período vio nacer Estados, pueblos, culturas, lenguas elaboradas y una vasta mezcla étnica de la que es testigo toda la antigua Asia, en particular el Sudoeste (ricadamente cosmopolita), el Mediterráneo y toda África, particularmente el Norte, el Oeste y el Este.
Un mestizaje que nos parecería evidente en estas regiones del norte y este de África (Egipto, Etiopía, etc.) y menos visible en la parte subsahariana, cuya población incluye multitud de grupos étnicos.
El África subsahariana es igualmente heterogénea. Además, Marruecos utiliza el nombre “El Continente Marrón” (Al Qarra Assamra) porque conocemos instintivamente nuestra historia y no nos basamos en el color de la piel para comprenderla. Las conferencias delgadas –superficiales– no son nuestra cultura. Por otra parte, los estudios genéticos de la población marroquí revelan un componente etíope, bereber, español, italiano y subsahariano que se remonta al menos a 7.000 años, lo que nos demuestra, una vez más, que nuestra humanidad no está definida por los efectos del clima. El fenómeno del mestizaje, de la hibridación, de la criollización (Edouard Glissant) es un fenómeno natural.
Marruecos está a la cabeza de África geográficamente y en su corazón humana y espiritualmente. Es uno de los niños más devotos y cariñosos (Al Ibn Al Bar). Sería muy probablemente el hermano mayor de los demás países, el que habría alcanzado por primera vez la etapa de madurez de la que podría dar fe nuestro homo sapiens del monte Irhoud, de 315.000 años de antigüedad, y sus fabricaciones encontradas (herramientas, collares, agujas, etc.).
Este hermano “mayor” podría actuar como un “padre” espiritual como dicta la tradición y como lo atestigua la historia desde la Edad Media.
África, en su unidad y en su diversidad, está en el centro de la Historia, contrariamente a la declaración de Hegel que había influido en la visión europea. Es la madre tierra de la humanidad y su Memoria. Una tierra nutritiva. Le debemos respeto y gratitud.
¿Quién mejor que Marruecos para recordárnoslo? ¿Y quién mejor que la mujer para decirlo?
El objetivo de la Liga de Escritoras de Marruecos y África es crear una red de mujeres que cumplan este papel y trabajen en temas de paz y acercamiento de los pueblos a través de investigaciones históricas y antropológicas.
La diplomacia también es un asunto de mujeres.